El 27 de agosto de 1920, Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica –conocidos popularmente como “Los locos de la azotea”- realizaron, desde el techo del Teatro Coliseo, la primera transmisión de radio en nuestro país.
“Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival Sacro de Ricardo Wagner, ‘Parsifal’, con la actuación del tenor Maestri, el barítono Aldo Rossi Morelli y la soprano argentina Sara César, todos con la orquesta del teatro Costanzi de Roma, dirigida por el maestro Félix von Weingarten”.
Estas fueron las primeras palabras que un argentino –Enrique Susini– dijo frente a un micrófono de radio. Eran las nueve de la noche del 27 de agosto de 1920. Y aunque esa primera transmisión en el país, desde la terraza del Teatro Coliseo, sería escuchada por menos de 100 personas, marcaría un hito en la historia de la radiofonía mundial y cambiaría para siempre la vida cotidiana de los argentinos.
Los jóvenes quedaron obnubilados por el proyecto y lo que podían lograr los avances de Marconi. Desde ese momento, no cesarían de trabajar hasta lograr una transmisión radial. Los cuatro siguieron con atención y pasión toda información referida a los principios de Herz, Braun o Marconi. Ni el comienzo de la Primera Guerra Mundial pudo detenerlos, cuando el desarrollo de la radio se convirtió en un proyecto secreto. Por el contrario, aprovecharon la oportunidad.
La Argentina había tenido una posición neutral en el conflicto bélico, pero los militares deseaban obtener información sobre los efectos de los gases en el frente de batalla y sobre radiotransmisores. Así fue que, en 1917, la Armada le pidió a Enrique Susini que viajara a Francia. De ese viaje, el médico radioaficionado regresó con equipos de 5 kw que habían sido usados por el ejército francés.
De todos modos, la Primera Guerra también les trajo alguna consecuencia: Carranza fue obligado a desmontar la antena de radio que tenía en la terraza en su casa de Libertad y Paraguay por ser sospechoso de pasar datos a los barcos alemanes.
Aquel 27 de agosto histórico, los jóvenes habían agregado una bocina para sordos a un micrófono y juntos a un transmisor de 5 vatios, casi atado con alambres, trepados a la azotea del Coliseo, volvieron su sueño realidad.
La transmisión fue realizada de manera exitosa, aunque solo la escucharon los pocos que poseían auriculares “a galena” en Buenos Aires.
A partir de ese momento, las emisiones se sucedieron sin interrupciones. Al día siguiente, se transmitieron las óperas Aída, Parsifal nuevamente y, a la noche, Iris. Ese acontecimiento originó la primera licencia de la radiodifusión nacional: LOR, Radio Argentina, que transmitiría regularmente desde diversos teatros, incluyendo el Colón, lo que resaltaba los deseos de los cuatro jóvenes de difundir el arte y la cultura.
En homenaje a este hito, cada 27 de agosto se celebra el Día de la Radiodifusión en la Argentina.
Los locos de la azotea
Los cuatro impulsores de la radio hicieron importantes recorridos en sus vidas: Enrique Susini, además de médico, fue profesor de canto y violín, y llegó a ser director del Teatro Colón. También dirigió una película con Lola Membrives como protagonista, La chismosa (1938) con la que obtuvo la primera distinción internacional para el cine argentino en el Festival de Venecia. Además, fue el primer director general de Canal 7 y uno de los fundadores de TELPIN coop. de telefonia en Pinamar.
Miguel Mujica también fue médico y llegó a ser ministro de Comunicaciones durante el gobierno de Frondizi.
César Guerrico fue un médico de renombre y director de radio Splendid.
Luis Romero Carranza se convirtió en radiólogo y fundó la primera fábrica de celuloide virgen para cine. Patentó el sistema de grabación de sonido y el micrófono de velocidad.